La pérdida de cierto grado de visión es una experiencia impactante. Las personas se sienten abrumadas al saber que no podrán ver y que todo será diferente ahora. Lo anterior puede detonar una sensación de pérdida de control y seguridad.
Respecto a la reacción de miedo tras la pérdida, las personas se angustian por su independencia personal y funcional. En este sentido, aparece la preocupación acerca de las tareas básicas, como moverse, leer o trabajar.
Por otro lado, la percepción general que tiene la sociedad sobre la baja visión o la ceguera no siempre es favorable. Si una persona asocia la pérdida de visión con la dependencia y la falta de autonomía, es probable que aumente el miedo ante la nueva condición visual.
Otro aspecto que puede contribuir al miedo que sienten estas personas es la interacción social. Los ojos, y la vista en general, son el sentido más usado en la mayoría de los entornos sociales, lo cual se convierte en una dificultad para quien sufre pérdida de visión.
Estos son solo algunos de los aspectos más comunes que pueden causar miedo en quienes pierden un porcentaje o el total de la vista. No obstante, cabe señalar que cada individuo puede reaccionar de forma distinta de acuerdo a su situación y contexto.