La pérdida de visión representa un gran cambio en la vida de una persona, ya que esta impacta su capacidad física y su bienestar psicológico. Adaptarse a esta nueva realidad es un proceso que puede involucrar varias facetas. Veamos el proceso de adaptación.
Ajuste inicial
Esta parte implica aceptar la realidad de la condición visual. Durante este periodo, las personas comienzan a buscar maneras de adaptarse a las nuevas limitaciones. Este ajuste es básico para avanzar en el proceso de independencia y un mayor bienestar emocional.
Rehabilitación y aprendizaje de nuevas habilidades
Este proceso requiere el uso de dispositivos de asistencia como bastones y tecnología adaptativa, así como la formación en movilidad y orientación. A medida que las personas adquieren estas habilidades, su confianza y autonomía aumentan, lo que contribuye a su bienestar mental.
Restructuración cognitiva
La reestructuración cognitiva permite a los individuos adoptar una actitud más positiva y resiliente respecto a su condición. Esto puede ayudar a dar prioridad a nuevas oportunidades en lugar de enfocarse más en las limitaciones.
Integración y aceptación
El objetivo es integrar la pérdida de la visión en la identidad y la vida cotidiana. Este proceso es facilitado por el apoyo familiar y social, la psicoterapia, y los grupos de apoyo. La aceptación es la adaptación continua a la nueva realidad, permitiendo a las personas mantener su bienestar y funcionalidad a lo largo del tiempo.